28 dic 2009

Corazón de porcelana.

... Y de repente todo de nubla y se vuelve gris...
Hoy es uno de esos días.
Quizá sea que yo lo hago todo mal, que siempre me equivoco, que no soy la hija que hubiesen deseado, que no soy la amiga indicada, que no soy una persona justa, que ni siquera merezco ser tratada como a un ser humano.
No sé que es, pero desde luego, solo sé que en cada situación parecida se cae un pedazo de mi corazón, y de cada pedazo que se cae muere un trozo de la poca esperanza que me queda.
¿Qué pasará mañana? nadie lo sabe. Y yo, ni siquiera quiero saberlo.
A veces he pensado en desaparecer y olvidarme de todo. Hasta morirme de hambre, hasta que no me quedara ni un solo sueño por el que luchar, ni una lágrima que derramar, por que no son pocas las que derramo ya escribiendo esto.
Cuanto más largo se me hacen los minutos, más lento se me pasa el tiempo, y más dolor es el que penetra en mi alma, ya a penas queda un poco de espacio, ni si quiera tengo un soplo de aliento que mandarle al viento para decirle -sálvame-, ni una sola palabra... Es ahora donde faltan las miradas, donde se echa de menos a las sonrrisas, donde no se distingue el color de la felicidad.
Hoy ha desaparecido el cajón de cristal donde guardaba la epsperanza. Mi esperanza arrebatada por una ráfaga de soledad.
Llamadlo amargura si queréis, pero lo que yo siento no tiene nombre alguno, pues hace tiempo que no albergo tal nombre en mi corazón.
Hoy las esperanzas están mutiladas por el orgullo de las tristezas, tristezas que pasean por la frías calles de mi corazón, trsistezas que ya ni si quieran tienen fuerza para ser tristezas.
Hoy perdurará el dolor incrustado en el fondo de mi alma, una herida con hoja de plata bañada en odio, furia e himpotencia.
Impotencia por no tener remedio para sanarla. Ya ni si quiera el poder de los buenos recuerdos puede curarla, pues no hay nada más triste que un recuerdo felíz.
Hoy se derrumbaron las murallas de todo aquello por lo que soñaba.
Hoy es un día nuevo, una nueva vida por la que voy caminando por los senderos de lo inevitable, dejándo las huellas de la soledad allá por donde piso.
Mis huellas os marcarán el camino.

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