La soledad me llevó hasta ti y la misma de vuelta me trajo a este paraje sin color y sin sonido.
Los colores, traicioneros, me tendieron su mano y pintaron no más que abismos y precipicios, desiertos y flores marchitas y ruines, destruidas por el paso del tiempo.
Y así se fue el amor; de paseo con el tiempo por los acantilados de aquel pobre corazón sin primavera en su interior, sin razón, de ese pobre corazón que el otoño arrastró consigo y que trajo hacia mí la soledad de cuerpos desiertos arrojándose al vacío...
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